Actividades para practicar y mejorar la velocidad lectora y la agilidad visual.
La velocidad lectora[1]
En la lectura oral, la velocidad lectora no puede ser un objetivo en sí mismo,entre otras cosas porque es imposible ir más rápido de lo que nos permite la pronunciación correcta de las palabras.
Cuando se lee en voz alta, si queremos que los demás se enteren del significado de lo que estamos leyendo, debemos hacerlo con entonación, con ritmo, vocalizando perfectamente y cargando los acentos en donde sea necesario.
Leer en voz alta es más un ejercicio de interpretación que de velocidad. Pero, además, para hacerlo en forma correcta, es necesario conocer el texto, estar familiarizado con las palabras que lo componen y haberlo repasado previamente, de lo contrario no le sabremos dar la entonación adecuada. Pero, aún sin buscar la velocidad, la lectura será más rápida cuando se comprende el significado del texto; por tanto, es un contrasentido separar la velocidad de la comprensión en el acto de la lectura. A más comprensión corresponde más velocidad y a menor comprensión, menor velocidad.
Esto es algo que podemos comprobar en nosotros mismos. Elijamos dos textos
diferentes, uno cuyo vocabulario y contenido nos sea familiar y otro que nos sea total o parcialmente desconocido, con un vocabulario difícil de entender. Enseguida nos daremos cuenta que
nos cuesta dar ritmo, entonación y sentido al segundo texto, aparte, claro está, de que su lectura será mucho más lenta.
Pero ya hemos dicho que la velocidad, cuando se trata de lectura oral, no es un objetivo, en absoluto. Podemos añadir que, incluso, en la mayoría de las ocasiones, y dado que lo que se pretende es que el significado del texto sea transmitido lo mejor posible a la persona o personas que escuchan, cierta lentitud y la realización de ciertas pausas, ayudan a dar mayor carga significativa al mensaje.
Sin embargo, cuando hablamos de lectura silenciosa, sí que es importante la velocidad. La lectura silenciosa tiene su fundamento en la captación visual de significados y, al no tener que pronunciar las palabras del texto, se puede leer a mucha mayor velocidad. En la lectura silenciosa o visual, el ojo capta palabras y grupos de palabras en los diversos saltos que va realizando a lo largo del texto y ello le permite leer mucho más rápido.
Pero tampoco aquí debemos olvidar que lo que nos permite leer a gran velocidad no es únicamente una facultad del ojo, sino que, nuevamente, es gracias a la comprensión lectora que podemos avanzar con rapidez.
Actualmente, debido a que tenemos acceso a una gran cantidad de información,
es fundamental leer rápido cuando lo hacemos con la vista (lectura silenciosa), pero si lo que leemos es un texto desconocido para nosotros o con muchas palabras que no forman parte de nuestro
vocabulario, su lectura será lenta, su comprensión difícil, habremos de volver hacia atrás en algunos momentos (realizar regresiones) e incluso consultar el diccionario si no somos capaces de
entender las palabras por el contexto.